viernes, 22 de junio de 2018

2013 - 2018

Mi ultima entrada fue en el 2013, comprendan que estoy algo oxidado. Me he concentrado en escribir cosas de medicina y últimamente he escrito más de administración de lo que alguna vez pensé que haría. Misteriosos son los caminos del señor, obvio yo soy el señor en este caso.

Hoy les escribo de una ciudad que es relativamente nueva para mi, llevo no más de 2 meses viviendo aquí y me parece que ha sido un montón de tiempo! En 2013, año de mi ultima entrada, era apenas un R3, hoy soy Subdirector Médico de un Centro de Rehabilitación. Supongo que la vida me ha sonreído, todo gracias a ese toque de suerte que siempre me ha acompañado y que guardan las personas que me quieren, ya sea en forma de un empujón, un consejo o un voto de confianza.

A partir de hoy procuraré desoxidarme, poco a poco, no prometo que será inmediato, pero sabrán de mi más seguido. Eso es una amenaza. Nos leemos pronto.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Hoy

Y todo comienza con un grano de arena, cada universo, realidad, espacio, tiempo, visión y al igual que aquel que la nombró nuevamente a cada momento recibimos un grano de arena resplandeciente lleno de posibilidades. Esa minúscula partícula de infinita capacidad de expansión depende de nuestros anhelos de lo que deseamos pero más importante que eso depende de qué tanto confiamos en nosotros mismos para llegar a aquel lugar, en la certeza de poder llevar a cabo la empresa, del valor de no claudicar ante la desesperanza, la tristeza y la adversidad. Hoy lo he recordado junto con toda una gama de imágenes de mi niñez: nombres, lugares, escenas, sonrisas e incluso temores que volvieron a tener un lugar en mi. Estoy decidido a comenzar a desear una vez más, a perseguir esos sueños sin fijarme si tienen o no realidad dentro de la particularidad de los otros, quiero más! Me rehuso a ser como aquel que por tristeza se deja atrapar por el pantano. Hay que darle vida a la nuestra y es menester de cada uno lograr ese cometido, no podemos dejarnos llevar, hay que luchar contra corriente, subir la cuesta y volver a bajar si es necesario o si lo creemos pertinente. Quiero volver a soñar e imaginar mundos a mi manera, pintarlos de colores tan variados que no tengan nombre aún, llenar los espacios de sonidos que solamente yo entienda pero que pueda transmitir a los demás para que sepan que existo, que ahí estoy y combinarlo con otros tantos que me enriquezcan.

Y parece tan ínfimo que todo inicie con un solo grano de arena, una luz apenas perceptible en medio de la oscuridad que incluso podría causar temor en aquellos que no conocer sus anhelos, en quienes han perdido la esperanza y tienen puesta su fe en que deben seguir un camino impuesto. En mi mundo no hay tal, no hay caminos trazados, es vasto e irregular con espinas y pendientes, los bordes de las rocas son agudos y el terreno es inhóspito, algo desconocido pero que a la vez forma un ambiente con tantas posibilidades como pueda recrear en mi mente y mi conciencia. Me rehuso a un camino previamente diseñado, no quiero seguir los pasos de nadie porque cada uno que yo doy es nuevo para mi y las posibilidades son infinitas con cada marcha que inicio así que vamos... Hoy empiezo a soñar nuevamente, hoy es, hoy soy y hoy inicio...

Atrapado pero vivo

¿Qué hacer cuando te encuentras atrapado, literalmente atrapado, en un departamento con toda tu familia? Volteas a ver la cara de aquellos a quienes más te interesa proteger en este mundo y no atinas a decir nada. Pretendes hacerles creer que todo va a estar bien, que el caos de fuera de esas cuatro paredes es solo momentáneo y todo se va a arreglar mientras que por dentro la desesperación comienza a hacer estragos en tu mente y tus ideas, se terminan las posibles soluciones que pudiste pensar al inicio, empiezas a reclamarte el tan osado "hubiera" como si unos minutos atrás no hubieses contemplado esa idea y la descartaras por no ser viable.

Hace una semana estuve en esa situación. Hoy me siento vivo!

Recuerdo vagamente como el agua caía a cántaros tal cual si el cielo estuviera enojado y quisiera hacernos recorda un pasaje bíblico, no encuentro otra comparación y tal vez he visto llover más pero no con tanta furia y de manera tan despreocupada de lo que pudiese ocurrir con los que estamos aquí abajo. El agua subía de a pocos sobre el suelo, de a muchos sería una mejor descripción, en unas horas el suelo se volvió un río. Los autos, parados aguardando su desgracia, dejaron el paso a los transportes acuáticos por donde se supone que deben correr las ruedas y no los motores de hélice. La alberca se generalizó por todo el lugar y ni las puertas ni las paredes pudieron contener el fuerza con la que entraba en los recintos que hemos construido para protegernos exactamente de ella. No había un solo lugar a donde correr, nadar? Bueno esa era otra opción si el riesgo era tomado porque bien dicen que "la lluvia su puede llevar todo" y dentro de ese todo estamos las personas. Fueron al menos dos días de intensa lluvia y a pesar de ello el agua escaseaba, el hambre iba llegando, el temor aumentaba y las prioridades cambiaban con tal rapidez que de un momento a otro a quienes les importaban los bienes materiales ahora solo pensaban en resguardo y quienes protegían sus pertenencias ahora protegían sus vidas.

No sé muy bien qué fue lo que hicimos esos dos días aunque tengo una imagen mental de mi hermano jugando al héroe entre las olas de las lanchas intentando ayudar lo más que podía, una foto panorámica de la destrucción que aumentaba, a mi pareja con la ropa mojada y la preocupación de ver mi cara desencajada, a mi madre y cuñada sacando fuerzas de donde solo las madres saben que las tienen y a mis niñas pasando el tiempo creyendo aquello de que todo iba a terminar pronto. Yo? Supongo que al menos esos dos primeros días fui como un animal enjaulado, estoy tan acostumbrado a mantener el control de lo que sucede a mi alrededor, a planear todo de manera tan puntual y a organizar mis acciones de forma tan específica que al verme acorralado sin otra opción que esperar lo único en lo que podía pensar es en que tan mal preparado estoy para un apocalipsis zombie, así como lo leen con todas las letras que le dan forma a esa frase tan estúpida y tan cierta a la vez.

Descubrí, en un largo ejercicio de introspección, que no estoy listo para dejar este mundo, que me preocupo más de lo que podría imaginarme en el bienestar de mi familia y que estoy tan arraigado a este mundo material que, si tal hubiera sido el caso extremo, de haber dejado de existir mi alma no podría trascender como se supone que debería. No estoy preparado en lo más mínimo para dar el paso siguiente a lo que conozco como vida, sé algo de teología, he estudiado los principios de varias religiones, participé a fondo en la mía y aún así no estoy listo. Me preocupa.

Afortunadamente el caos inicial dio paso a algo que tiene que ver con mis estudios, ese conocimiento que me he esforzado en adquirir, ahora sí era mi momento, hablé de epidemiología y los cercos que deben llevarse a cabo, pude explicar cuál es el pronóstico de las zonas afectadas, con tristeza pues no es sencillo hacerle saber a las personas que aunque la crisis aguda ha terminado lo que sigue puede ser mucho peor, tuve oportunidad de ayudar en medida de las posibilidades. Dos días después pude sacar a mi familia de aquel caos que estaban viviendo, claro con ayuda de algunas personas que desde hace mucho tiempo no son solo amigos sino que representan una parte de esa familia que D-os me ha puesto en el camino.

Como dije casi al inicio: Hoy me siento vivo!

Los detalles de mi salida no son importantes, de hecho fue mucho más sencillo de lo que había esperado, aunque he de confesar que estando a lo lejos no dejo de pensar en las tres personas que se quedaron allá en donde ahora una despensa constituye el futuro próximo de una familia, un galón de agua es casi oro y las opciones siguen siendo pocas, muy pocas. Diario rezo por ellos, por su bienestar, porque pueda verlos pronto nuevamente, aunque sé que están a salvo, pero yo no estoy ahí con ellos.

Ya ahora en mi pijama, como es costumbre que les escriba, les puedo decir que está dentro de mis planes prepararme, no solo para el apocalipsis zombie, sino para lo que sigue y espero tener el tiempo suficiente para llegar a conocer ese fin último para el que fuimos concebidos desde el inicio de la historia. Solo espero poder tener el tiempo...

lunes, 18 de febrero de 2013

Hoy reposé

Hoy recordé lo que es sentirse protegido.

Sin nada qué decir me llamó a su lecho, sin otra razón me recosté a su lado como antes, de la misma forma que siempre lo hago y al igual que lo seguiré haciendo. Pocas diferencias percibo en ese abrazo, pero ¡Oh cómo he crecido desde que lograba cubrir todo mi ser! La que ayer me acarreaba en sus brazos hoy con dificultad puede sostener mi solo antebrazo y sin embargo puedo sentir la fuerza que emana de su ser. Esa protección que tantas veces he necesitado y que solo hallo bajo su cobijo. Ironía de la vida que un ser tan fino y estilizado pueda proteger más que la coraza que me empeño en crear a mi frente.

Lo poco de mi ser que logra mantener en sus pequeñas manos es suficiente para reconocer que es ahí a donde pertenezco. El espacio que compartimos se convierte en el mundo entero, aquel que creamos hace unos tantos años y en el que solo nosotros dos nos entendemos y entonces el vínculo, jamás roto, se renueva y la extraño y comprendo que siempre va a estar ahí para ofrecerme un lugar en donde reposar, un sitio para descargar mi alegría y tristeza, mis logros y penas, mis emociones no expresadas y estoicamente las llevará a cuestas pues ella es el origen de quien las siente, las vive y las experimenta.

Hoy sin tener nada qué decir me llamó junto a ella. Yo sin tener nada que añadir me recosté en su brazo. Ella sin tener que replicar me cargó con sus manos.

Hoy me sentí protegido sin más...

jueves, 10 de enero de 2013

Mi memoria no vivida

Hace algunas semanas escuchaba una teoría acerca de la meoria que permanece dentro de nuestro código genético, francamente la encontré un poco absurda, no entendía lo que significaba. Tal parecía una de esas maneras de explicar nuestra existencia en otros tiempos o en otras vidas y sin embargo me llenó de curiosidad el pensar que tecnicamente existe para nosotros la posibilidad de encontrar dentro de uno mismo la huella de aquellos que han vivido antes y que son los predecesores de lo que hoy conforma nuestra persona.

Apenas ayer escuchaba una frase que se ha mantenido dentro de mi cabeza durante todo el día, no es de ningún filosofo o escritor extraordinario es más ni siquiera de alguien que viva en la realidad, o mejor dicho en nuestra realidad, puesto que hoy me atrevo a pensar que existen más realidades de las que tenemos conocimiento, aquél decía - y cito en inglés puesto que así fue como la escuché y así resuena en mi conciencia - "I am necessary evil". Entonces ¿puedo entender que existe un equilibrio natural entre el bien y el mal, entendido fuera de un contexto de cielo e infierno y sin siquiera divagar en conceptos folosóficos (que dicho sea de paso intento esquivar pero que se entremezclan en toda cavilación del tema)? Entonces si existe y es real ese equilibrio entre lo bueno y lo malo, ¿por qué no pensar que en verdad estamos destinados geneticamente a cierto comportamiento específico? Claro con sus tangentes pues finalmente para eso es el libre alvedrío, pero todo en una línea de la cual es difícil desviarse.

Hoy a una semana de cumplir un año más me han puesto a pensar en aquello que se encuentra dentro de mi código, y que vive ahí escondido entre entrones y exones y que la telomerasa no es capaz de borrar, esa información que diluída en pares de bases determina si tomo una u otra decisión puesto que otros muchos han tomado una determinación en similares situaciones, aunque en diferentes contextos de tiempo y espacio. Más aún me siento lleno de curiosidad si aquellos que han vivido y muerto para que y,o pueda existir hoy día han logrado cambiar el aglo el mundo. ¿Habrán sido determinantes de un cambio hacia la mejoría o smplemente han dejado pasar la vida? ¿Podré ser yo igual que ellos o dentro del coraje del que me precio podré cambiar? Y si lo consigo, ¿será ese cambio algo favorable o simplemente un retroceso en el camino que ha sido trazado para los que vienen?

Cada año procuro hacer un balance de lo que ha sido mi vida los 12 meses anteriores sin pensar que mis veintialgunos años antes son solo un suspiro en la historia en la que debo reparar y analizar. Hoy me llega como un balde de agua fría el despertar hacia esa conciencia puesto que no quisiera que aquellas cosas de las que no me siento orgulloso pasen de una generación a otra y me gustaría creer que aquel que se tome el tiempo en un futuro de contemplar su genética se sienta con el valor de poder cambiar las cosas que no he cambiado yo, que viva y ame sin miedos ni contradicciones como las que yo he tenido, que sea pleno y sobre todas las cosas que posea el valor y la entereza de cambiar lo que no he logrado, sin embargo si eso está escrito y lo obtendrá por herencia entonces a quien le toca cambiar el futuro de los que vienen es a mi mismo, ¡qué complicada situación en la que me encuentro! Pues no estoy a la mitad de mi vida, o al menos a la esperanza de la mitad de mi vida, y ya tengo la responsabilidad de llevar la guía de los que vivirán cuando yo lleve siglos de haber muerto.

Hoy entiendo que puedo ser un instrumento de cambio, que no hay acciones pequeñas o sin sentido, que las coincidencias no existen ya que solo son repeticiones temporales del caos ordenado en el que vivimos y me propongo no ser solo suficiente para vivir como lo he planeado sino intentar cambiar la realidad de los que vivirán cuando yo me haya despedido. Anda pues a descubrir verdades escritas mucho tiempo antes de haber nacido y espero que el plano en el que existo sea aún mejor para los que vienen de lo que fue para los que se fueron.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Autobiografía (según yo)




Soy mexicano, capitalino, chilango nos dicen los de afuera aunque para ellos siga siendo despectivo y nosotros lo hayamos adoptado como gentilicio de nuestra ciudad. En el año en que nací si alguien hubiese dicho que el hospital en que me dio a luz mi madre, veintiún meses después, quedaría hecho escombros nadie lo hubiese creído y a pesar de ello hoy día sobre lo que en septiembre de 1985 fueron ruinas hoy se levanta el Centro Médico Nacional Siglo XXI. Las catástrofes naturales no son lo común en mi ciudad, la Ciudad de México, sin embargo a partir de ese acontecimiento hoy hacemos simulacros en caso de que a una mariposa mal ubicada al otro lado del planeta se le ocurra aletear más fuerte de lo aceptado y terminemos viviendo debajo de la tierra una vez más.

En aquél entonces mis padres, aún no pensaban en la separación y mucho menos en el divorcio que años después tendrían que enfrentar y que marcaría la vida de mi hermano y la mía, no sé si para bien o para mal pues no conozco otra aunque he de aceptar que en mi caso ha resultado una vida llena de alegrías condimentadas con sus ratos de amargura, necesarios para no olvidar los primeros. De mi infancia no hay mucho que comentar, fui un niño feliz aunque he de confesar que tuve que madurar a pasos acelerados después de la separación ya mencionada de mis padres. Ocurrió a mis siete años de edad, al menos hasta esa edad lo recuerdo, y en ese momento me convertí en apoyo y confidente de mi madre y ejemplo de mi hermano menor. ¡Ah mi hermano! Tan solo tres años menor que yo, Dany, aunque si alguien lo encuentra llámenle Mario pues el mote de niño pequeño no es su preferido, es la persona a quien más quiero en la vida; dicen mis padres que no hay lazo más especial y fuerte que el que tienen los hermanos, supongo que la cantidad de experiencias, complicidades, pleitos, reconciliaciones y similitudes que hay en una fraternidad son las que la hacen especial sobre cualquier otra.

De lo demás de mi infancia no recuerdo mucho aunque he sabido conservar amigos, hermanos, desde mi paso por la escuela primaria que se encargan de recordarme como fueron esos años, los juegos, las pláticas, los momentos que nos hicieron crecer juntos y que nos llevaron a mantenernos unidos durante tanto tiempo. Veinte años después seguimos riendo y llorando juntos, si eso no es amistad entonces no sé qué lo sea.

Fue hasta mis dieciocho años que recuerdo haber despertado del sueño que es la adolescencia. A esa edad me di cuenta de lo que quería hacer de mi vida y decidí entrar a la escuela de Medicina. Recuerdo el primer día de clases vestido de blanco con esa bata que, para mi, significaba pureza de espíritu y compromiso con la empresa que estaba iniciando, el único color que vestía era el naranja de mi corbata. Ese día a las 6 de la mañana salí de casa con la bendición de mi madre hacia una aventura que hoy en día continúa emocionándome, sin saber todo lo que dejaría atrás inicié mi formación como Médico. No puedo decir que han sido sacrificios, eso conlleva la idea de que ha sido algo que no he disfrutado, más que eso ha sido un camino iluminado por la luz de conseguir el bienestar de quien es mi paciente en ese momento, difícil en ocasiones, ridículo sería decir que no, pero me las he ingeniado para que la mayor parte sea vivir en el disfrute de mi profesión. Casi diez años después no me arrepiento de mi decisión ni de los caminos que he tomado y confieso que lo volvería a hacer de la misma manera pues si he llegado hasta éste punto de mi vida es por como me he conducido y por la forma en la que he esculpido mi persona usando los más diversos materiales que he encontrado a mi paso, desde el mármol con todos sus lujos hasta el barro que encuentro en la más común de la charcas, así soy yo y así me veo: ecléctico y deliberadamente único en mi ser.

Mi gusto por la palabra escrita no es algo nuevo, al igual que yo ha sido moldeado con finas manos de artesano, el primero fue mi padre con quien por mucho tiempo el tema de conversación era la obra literaria que tuviésemos en las manos en ese momento, después mi círculo de amistades, que más inclinados por las artes decidieron dejar la medicina y avocarse a la creación y el estudio de las mismas. Al momento no considero que he leído mucho, y por supuesto ha sido menos de lo que me gustaría llamar suficiente.

En el amor he conocido la dicha de ser correspondido, aunque mis momentos de mayor lucidez han sido marcados por el sinsabor de la desdicha, ese veneno que corroe por dentro y que nos hace sentir morir por no ser amado en la misma medida. Hoy soy desafortunado porque siendo feliz y estando amado en misma medida no puedo escribir de los infortunios que competen a la vida del desamor. Hoy soy afortunado porque me ha encontrado quien llena esa misma medida.

Sigo en éste camino que me he trazado para descubrir quién soy y con la misma emoción de años atrás inicio un trecho por el que estoy a punto de caminar. Estoy aquí viviendo el ahora con la vista frente a un objetivo que está a punto de escribirse tal cual escribo éstas palabras. No puedo terminar una autobiografía de algo que continúa, de alguien que sigue viviendo, respirando y cambiando a cada segundo, aunque si me preguntan diría que estoy aquí porque la letra escrita me ha llevado a conocer lugares inimaginables y con sus formas y estilos he aprendido a pensar de muy variadas maneras. Si alguien se interesara en mi historia lo invitaría a seguirla conmigo, no solo a ser lector o espectador sino a modificarla para volverse parte de mi mismo, a escribir un capítulo de  mi propia existencia. Lo invitaría a enterarse de que escribo cuando estoy triste y leo cuando estoy feliz, que cuando escucho música bailo como si nadie me observara y que dentro de mi cabeza vivo en un monólogo constante que dicta mis acciones y valora las opciones. Eso haría si tuviese que describir mi propia vida pero hoy me dedico a lo que mejor se hacer: ¡Vivir!

sábado, 14 de julio de 2012

Nadie núnca jamás

Cuenta la leyenda que un día lo tuve todo...

El problema de las leyendas es que depende de quien las cuente es el grado de realidad que tienen y cada quien puede añadir información de lo que fue para ellos y termina siendo todo tan irreal y en ocasiones tan irrelevante que dificilmente una leyenda va a mostrarnos lo que fue sino lo que queríamos que fuera y después de escucharlo mil veces tal vez, y solo tal vez, podamos darnos una idea de lo que debió haber sido.

Cuenta la leyenda que las historias están aquí para ayudarnos a recordar, es ahí que radica lo complicado: Quiero acaso recordar?

Porque si recordar es volver a vivir entonces tal vez lo que quiero hacer es volver a vivir y recorrer esos bosques encantados y redescubir lo maravilloso que era el mundo cuando la leyenda tomaba parte y reescribir una historia que no debió haber terminado. Porque, ya terminó, no es así? O me equivoco y resulta que la historia no ha concluido y seguimos pensando en el futuro y alguien está leyendo el libro de mi vida y lo ha juntado con el de la tuya solo para darse cuenta de que en algún momento convergen nuevamente para ser uno solo?

Nadie núnca jamás... Tú aquí ahora... Yo siempre para siempre... O quién sabe, tal vez para núnca por siempre jamás.